viernes, 4 de marzo de 2011

"EL ARTE HA MUERTO" - ARTHUR DANTO

Así comienza Arthur Danto su apocalíptica tesis, con esta tajante afirmación. Su visión describe cómo la concepción de arte como tal ha dejado de existir. Desde el momento en que existen la fotografía o el cine, la misión clásica del arte de "imitar" la realidad deja de tener sentido, con lo que el artista intenta buscar nuevas fórmulas, aunque, según Danto, éstas son en vano y no suponen más que "mecánicas acciones reflejas de un cadáver sometido a una fuerza galvánica".

Los razonamientos que el autor expresa para argumentar su postura se basan fundamentalmente en las teorías de Hegel, el cual ya en el siglo XIX aventuraba que "la plasmación más elevada del arte tocaba a su fin". Tanto uno como otro se basan en comparar el arte con la ciencia, como "vehículo para llegar al conocimiento, conocimiento para comprender el arte". Es decir, si la misión de la ciencia es dar respuestas, es conseguir conocimientos, se supone (o más bien se suponía en la época de Hegel) que llegará un momento en que todos esos conocimientos serán revelados y descubiertos por la Humanidad, de manera que la ciencia dejará de ser útil y no tendrá razón de ser: "La historia de la ciencia podía interpretarse por tanto como la progresiva disminución de la distancia entre representación y realidad."


  De la misma manera, el arte debía perfeccionar sus técnicas, acercándose poco a poco a la perfección en la representación y mimesis de la realidad. Para Hegel, ya la pintura y dibujos de su contemporáneo Ingres, se acercaba tanto a esa perfección que sentía inminente el momento en que el arte dejara de tener sentido y utilidad. Danto comparte esa misma impresión hasta el punto de no ver este fenómeno de "arte como desecho" como algo inminente, sino como algo ya acontecido en algún momento de la historia del arte comprendido entre la época de Hegel y la suya propia: "Cuando se logra dicha cognición, el arte deja de ser necesario. El arte es un estadio transitorio en el advenimiento de cierto tipo de sabiduría. La pregunta entonces es: ¿en qué consiste esta cognición?, y la respuesta, aunque en principio pueda resultar decepcionante, es: en el conocimiento de lo que es el arte.[...]El arte llega a su fin con el advenimiento de su propia filosofía." "El estadio histórico del arte finaliza cuando se sabe lo que es el arte y lo que significa."

En base a esto, Danto justifica el inmenso aluvión de diferentes corrientes y movimientos artísticos que se han ido sucediendo desde el impresionismo y durante todo el siglo XX hasta nuestros días, como un intento vano y desesperado de los artistas de buscar un nuevo camino, un nuevo fin o sentido para el arte. La falta de resultados realmente válidos, la frustración, es según él lo que conllevaba el constante "cambio de tercio" en el arte: "El fauvismo duró aproximadamente dos años, y hubo un momento en que cada nuevo periodo de la historia del arte parecía destinado a durar cinco meses o incluso menos." Por lo tanto, según él, pronto llegará un momento en que la Humanidad se de cuenta de que es inútil buscar un nuevo sentido y justificación para la existencia del arte y dejarán de producirlo.


Pero aquí Danto comete una gran contradicción al predecir, categóricamente y absolutamente convencido, que las obras de arte van a dejar de producirse y por tanto el arte en sí no tiene ningún futuro. Digo esto porque precisamente al comienzo de su texto expone, ejemplificando con fenómenos y artistas como Albert Robida, que es imposible y resulta absurdo predecir cómo va a ser el arte del futuro, el arte por venir, pues éstas predicciones siempre van a estar basadas en lo que ya conocemos y somos incapaces de imaginar formas y fórmulas para las cuales hay que llegar a través de un proceso y un camino que aún no hemos desarrollado: "para imaginar sólo contamos con las formas que conocemos." Entonces, si fuera fiel a esta afirmación, debería saber que su predicción de un futuro sin arte es igual de absurda e imposible de saber a ciencia cierta.

Lo cierto es que comparto poco o nada de lo expuesto aquí por Arthur Danto, ya que, al ser mi convicción la de entender el arte como un lenguaje universal (pero al igual que el lenguaje, con códigos distintos dependiendo de la cultura, como ya hemos visto en entradas anteriores), pienso que el arte en absoluto ha muerto, ya que siempre habrá algo que decir. El arte ha muerto en cuanto a su concepción clásica y ancestral de mimesis, sí, pero no siempre ésa ha sido la finalidad del arte a lo largo de la historia, si no que ha ido variando según los tiempos. Por lo tanto no creo que haya que aplicar el mismo criterio que con la ciencia. El arte no pretende llegar a un punto específico que cuando sea alcanzado suponga un punto final. Es posible que vivamos en una situación un poco incierta para el arte, derivada de la galopante y desorbitada globalización que hemos experimentado durante este siglo. No se ha cerrado una puerta, lo que ha ocurrido es que se han abierto tantísimas a la vez, se nos muestran delante nuestra tan innumerables posibilidades, que es difícil decantarse por una, así veo yo esa acelerada sucesión de ingentes cantidades de movimientos y corrientes durante el último siglo y medio. Producto de ello es también que nos encontremos en ese momento del conocido "todo vale" tan criticado por todos, incluido el autor de este ensayo y por un servidor.


Además, ni siquiera el sentido de "mimesis" del arte se ha perdido realmente tal como él defiende que ocurrió al aparecer la fotografía o el cine. Se siguen creando obras que buscan la perfección absoluta de la representación mimética de la realidad. Sería curioso ver la reacción que tendría Hegel si conociera la obra de hiperrealistas como Antonio López, Ron Mueck o Chuck Close. Os animo a que ampliéis las siguientes 2 imágenes. La primera es un paisaje madrileño de Antonio López. La segunda, un retrato de Chuck Close hecho con huellas digitales, sí, he dicho bien, con huellas digitales como las del DNI:




En definitiva, este ensayo me ha resultado muy interesante y enriquecedor en principio, pero no me he sentido identificado con él en absoluto en cuanto a las ideas que defiende. Además, pienso que el autor ha pecado de sobreargumentar su tesis hasta el punto de que el texto termina resultando muy cargante y repetitivo. La idea estaba clara desde la segunda página, pero sin embargo profundiza demasiado y se extiende hasta un total de 36. Además la idea general que se desprende es una teoría ya muy antigua y escuchada, sobre todo a nivel coloquial en el "mundillo" del arte, referente a la aparente falta de originalidad o a que no dejemos de "inspirarnos" e "interpretar" las creaciones ya realizadas y conocidas a lo largo de la Historia del Arte, y que se puede resumir en esa afirmación tan nuestra como es que en el arte "ya está tó inventao".


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