Las ideas planteadas por Geertz en este texto guardan cierta relación con algunas de las expresadas en una entrada anterior de este blog, referente a las reflexiones sobre conceptos artísticos. Los occidentales nos empeñamos siempre en buscarle un significado al arte. Cualquiera opina sobre arte, desde el más experto hasta el más banal de ellos, pasando por médicos, arquitectos, policías o albañiles, se siente con autoridad para pensar, interpretar o significar las obras de arte. Curioso cuando un albañil en cambio no se plantea siquiera cuestionar motivos médicos por ejemplo, o un policía no se "mete" en juzgar la calidad estructural de una construcción arquitectónica. Podría poner también el ejemplo de la medicina, pero es cierto que al igual que en el arte, muchas veces nos automedicamos y aventuramos cualquier diagnóstico ante unos síntomas observados en algún prójimo (sobre todo las madres ¿verdad?) independientemente de que hayamos estudiado esa disciplina o no. Incluso muchas veces vamos al médico de turno con sentimiento de hacerlo por puro trámite, para que te receten lo que te haga falta, que tú por supuesto ya sabes de antemano, pues ya vas a él con un pre-diágnostico propio en plan "¿seguro que es sólo gripe doctor?, ¿no será pulmonía?, porque a mí me duele muchísimo el pecho al toser ¿eh?" Claro que sí, seguro que su diagnóstico es mucho más acertado que el del que se ha llevado 10 años estudiando medicina, ¿cómo habré sido tan desconsiderado?
Con el arte sucede un poco lo mismo y en infinidad de ocasiones pretendemos interpretar una obra en un sólo golpe de vista independientemente de que conozcamos algo siquiera de su autor, de intentar estudiar cómo habrá llegado a tal planteamiento o incluso antes de ni siquiera plantearnos si de verdad es necesario que le busquemos un significado. Como diría Picasso y hemos leído en el texto, "todo el mundo quiere entender el arte, ¿por qué no prueban a intentar comprender el canto de un pájaro?". Del mismo modo actuamos con las manifestaciones artísticas no occidentales y nos empeñamos en buscarle un "significado occidental", incluso ceñirlo a las condiciones o características propias, intentando analizarlo de la misma manera que lo haríamos con un Manet o un Velázquez, pero no nos hemos planteado que a lo mejor es un poco absurdo analizar línea, contraste, color, composición, luz, iconografía, iconología, etc. en una máscara tribal, en un dolmen, en un tótem o en una decoración corporal, simplemente porque esos conceptos ni siquiera pasan en muchos casos por la mente de quienes los crean, ni tan siquiera la concepción de “arte” que nosotros le damos o su funcionalidad. Tal vez deberíamos estudiar estas creaciones de una forma más “humilde” y menos “pedante”. Quizá debiéramos limitarnos a contemplarlas y estudiarlas dentro de su contexto, sin profundizar ni trascender intentando buscar un sentido común, un canon universal de condiciones, de propiedades y de análisis del arte y ceñir las creaciones de todas las culturas del mundo a ellas. Es como si pretendiéramos estudiar todas las lenguas de la Tierra de la misma manera y forma cuando utilizan códigos distintos (no sólo alfabetos, también construcción de palabras, de frases, sintaxis, morfología…).
El arte ya es de por sí universal, no tenemos por qué buscarle cualidades para que lo sea. De igual manera que todas las culturas tienen su música y su lengua, tienen también su fórmula de expresión artística, ya que resulta, al igual que las primeras, otra forma de expresión indispensable para el ser humano. Es inevitable, igual que cuando una persona desee reír no podra evitar reír o cuando realmente necesite llorar no podrá evitar dejar brotar un lágrima, la expresión plástica, la manifestación artística, de una manera o de otra surgirá y se manifestará, sea cual sea el código, la fórmula y la cultura a la que pertenezca (ya sea un Jackson Pollock norteamericano, una máscara yoruba, una escultura de Ron Mueck o la confrontación lírica de dos poetas musulmanes) y siendo siempre esa pertenencia del arte a su cultura y de la cultura a su arte un matrimonio “TANTO+MONTA+MONTA+TANTO”, irrompible entre ambas.
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